Quizás alguna vez nos hemos detenido a observar los gestos de concentración que asoma un niño tratando de encajar un bloque en un agujero, o al intentar atajar una pelota en el aire, o tambien de usar la punteria jugando con una pistola nerf y es que podemos entender lo que es jugar, y sabemos que no se trata sólo de una diversión. Este es un verdadero trabajo, donde los juguetes para varón o hembra funcionan como las herramientas.
No son iguales los juguetes que entretienen y los que educan y es por esta razón que debemos informarnos a la hora de brindarle alguno a nuestros hijos. Todo va a depender de su edad, de la manera en la que juega u del juguete en sí. Es importante entender que los juguetes no sólo entretienen sino que ayudan a que los niños comprendan el mundo que los rodea, aprenden aptitudes emocionales, música, arte, a socializar y logran estimular y desarrollar el cerebro.
¿Cómo juegan los bebés?
Durante el primer año de vida el juego está limitado a la exploración ya que los bebés suelen utilizar los cinco sentidos con la finalidad de comprender el nuevo e interesante mundo que ahora los rodea, conociendo si es un objeto blando o duro, es suave o áspero, donde cae suena, se rompe, rueda, si lo llevo a la boca a qué sabe, tiene música…en consecuencia, la mayor parte de sus juegos consisten en «saborear» o poner el objeto en su boca, agitarlo, golpearlo o dejarlo caer.
Una vez que el bebé llega a desarrollar ciertas habilidades motoras, el juego resulta más coordinado y complejo. Por ejemplo, llegados los 4 meses de edad aproximadamente, estos comienzan a tratar de agarrar los objetos, como por ejemplo su móvil o un sonajero.
Alrededor de los 6 o 7 meses, el sonajero pasa de una mano a la otra. Y cuando remontan los 9 meses, ya inician el desarrollo de una prensión de pinza que los capacita para recoger objetos que son pequeños como bloques u otros juguetes adecuados para su edad. Esta es una época donde el juego es una actividad solitaria, aunque el juego con otros bebés, y la imitación de actividades, resultaran algo común al final de su primer año de vida.
A medida que crece, la interacción se torna un elemento muy importante para el bebé aunque los papás siempre serán el «amiguito» preferido del bebé. Posiblemente hemos observado al hacer bailar alguna marioneta ante la cara del bebé, su reacción ha sido arrebatarla para llevársela a la boca. O quizás haya gritado de alegría cuando nos inclinamos hacia él y le decimos: «¡Te voy a agarrar!»
Tales interacciones son las que ayudan al bebé a aprender el idioma, las relaciones sociales y las causas-efectos. En el momento en que el bebé comienza a comprender la manera en la que las cosas llegan a relacionarse unas con otras dentro de su entorno y conoce qué sabor, olor y sonido tienen o cómo se sienten al tacto, se encuentran listos para pasar a la siguiente etapa de desarrollo, que consiste en entender cómo funcionan.
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